13 Ene ABRIRSE A UN NUEVO MODELO

Habíamos comentado cómo el tratamiento de igualdad, entendido como uniformidad, y la creencia de que todos somos idénticos no son ciertos en educación, pues lo rechaza el aula. Es obvio que no se puede diseñar un modelo educativo personal y autoajustable para cada quién, pero que sin embargo es necesario generar modelos que atiendan expectativas similares según las características socioculturales, regionales, que identifiquen al grupo que se educa. Si no resulta beneficioso llevar un modelo personalista a ultranza, tampoco es bueno ni conveniente generar un modelo único, con currículo único, con textos únicos, con una única metodología. El ser humano está muy lejos de ser el soldado de un ejército de entes robóticos que funcionan de manera idéntica y requiere, por tanto, que se le atienda educativamente en todo su potencial y proyecciones. Explorar y diseñar un nuevo sistema educativo nacional, se vuelve mandatorio; solo así veremos funcionar adecuadamente la infraestructura tan hermosamente construida; solo así, el conocimiento llegará en medida justa y necesaria para los requerimientos personales que cada quien tiene, según su historia cultural, su ambiente social y su entorno. Y solo así, las dimensiones emocionales y axiológicas de niños y jóvenes, podrán ser atendidas, tratadas y orientadas. Un nuevo modelo en el que se rompan la rigidez y la atención propias de la clase tradicional, un nuevo sistema en el que se permita la presencia de la libertad académica de currículo y didáctica, ofrecería la oportunidad de ganar mucho cuando sobre todo se atiende a un gran universo con marcadas diferencias, como la existencia de dos regiones naturales, de dos calendarios escolares, de dos estructuras culturales y sociales tan diferenciadas. Como tantas veces lo hemos dicho, jugársela por un único modelo de enseñanza no tiene valor, sentido, ni lógica, pues nos lleva a tratar de manera igual a desiguales, impidiendo el reconocimiento de las íntimas necesidades de formarse de cada quien.