Ardua tarea

Sin duda, ardua tarea la que le espera a la nueva ministra de Educación, a quien por cierto el presidente electo presentara hace aproximadamente tres semanas atrás. El Ministerio de Educación no es fácil de conducir por el número de su planilla laboral, por los retos pedagógicos que debe enfrentar, por la administración central que limita y obstruye el aterrizaje regional de sus decisiones. A la ministra la preceden sus estudios, su conocimiento, su presencia anterior en la cartera de Estado, sus trabajos en organismos internacionales y su experiencia burocrática, todo esto, más la expectativa presidencial de hacer un cambio substancial en el sistema y en el modelo educativo nacional. Ojalá que lo logre, ojalá que siente bases para un verdadero cambio. A la educación particular le preocupa de ella, entre otras cosas, su paso por la Subsecretaría en uno de los momentos más difíciles de la relación: ministerio y sectores privados de la educación, pues fue entonces cuando se anunció  que la presencia particular se reduciría al 10% de la oferta educativa, lo que de no haber sido por la crisis, se hubiese podido conseguir, pues para entonces se redujo la presencia privada al 22%, cuando al inicio de ese gobierno esta era del 48%. Es verdad, y la historia se ha encargado de demostrarlo varias veces, que el subalterno no necesariamente tiene que replicar a su líder cuando le corresponde tomar su lugar; por ello es importante darle su espacio y la oportunidad de exponer sus criterios en los distintos ámbitos de acción. Si así lo hace, la ministra marcará su propio derrotero, impulsando sus propias ideas y poniendo en vigencia las últimas recomendaciones pedagógicas y didácticas para inyectar de modernidad al sistema educativo nacional. Si así lo hace, demostrará  a todos que para ser ministro no se requiere solo haber servido en el gobierno anterior sino méritos propios que avalan y justifican esa decisión. El éxito de la ministra es el éxito de la educación, por eso se lo deseamos y lo esperamos. Hay mucho por hacer, hay mucho por cambiar, hay mucho por aterrizar al aula.   Dr. Abelardo García Calderón  
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