Cae el Telón

Ahora cuando sobre el escenario del 2022 se cierra el imaginario cortinaje de la temporalidad, conviene echar una mirada hacia atrás y acaso también resaltar los hechos que un año muy especial nos deja en el mundo educativo, en ese significante reaprendizaje de la presencialidad que tuvimos que reconocer. En el año lectivo que está por concluir nada estuvo más lejano a la realidad que aquel aforismo que repetimos hasta el cansancio y que nos llevaba a exclamar que volvíamos a la normalidad, que volvíamos a la realidad, pues en la práctica solo fue el encontrarnos con una realidad nueva, distinta a la que habíamos conocido en el tiempo prepandémico. Ni los niños, ni los padres, ni los educadores fuimos los mismos, todos algo habíamos olvidado, a todos algo se nos había perdido. Fue necesario que pasaran meses, para ser exactos casi ocho, para que párvulos, niños y adolescentes recobren su seguridad física, su manejo corporal pleno, su conquista del espacio y su soltura y seguridad en la movilización. Recién a la altura de noviembre se los vio pisar firme, seguros, manejar bien las escaleras, correr con entusiasmo en espacios libres olvidándose de esa costumbre adquirida; de permanecer sentados, distantes y temerosos de los retos y los llamados de jardines, patios y canchas que antes siempre les tentaban. Si por el manejo corporal podemos darnos ya por satisfechos, no podemos decir lo mismo del progreso académico y del crecimiento afectivo y emocional que nos debe hablar de sus avances y progresos en el largo camino de la madurez. En lo académico es claro que se han vivido desconexiones sinápticas; solo eso explica la lentitud frente a procesos, lo difícil de analizar e interpretar y lo complejo que les resultó comunicarse. El tesón de los profesores, la constancia y perseverancia que ejercieron pese a reclamos y miradas incrédulas ha logrado, que en el mejor de los casos, y siendo optimistas, se haya llegado a un 80% de recuperación. Sin embargo de esto, el camino queda mucho más largo y complejo para la recuperación emocional sobre la que bien vale una nota especial.     Dr. Abelardo García Calderón
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