¿Defensores, verdugos o jueces?

En virtud de una nota pasada, hoy queremos volver sobre el rol del padre del siglo XXI.

Es verdad que cada generación tiene su cultura y que cada cultura tiene su modelo; pero sin embargo, hay valores, modelos, principios, responsabilidades que son inherentes a los roles que como seres humanos nos compete asumir. Por ello hoy queremos retomar la idea pero desde la posición adecuada y moral de los padres.

Siempre se afirmó que los valores son de casa, algunos más puntillosos decían de cuna, para resaltar el rol que la familia tenía en el proceso formativo.

Los nuevos tiempos, con el trabajo de ambos progenitores, con la complicación de horarios, con la disolución familiar y hogares disfuncionales, han limitado en este campo el trabajo dentro del hogar, y de alguna manera las instituciones educativas han debido de asumirlo en mayor o menor medida.

Lo importante es tener claro para qué educamos a un hijo, hacía qué lo proyectamos y finalmente qué deseamos para él en la vida. Si después de esto elegimos el centro educativo, lo prudente es marchar acorde con este para no chocar y así no confundir las mentes y a las personas que estamos construyendo. Por ello, no es bueno exacerbar la confrontación y buscar el divorcio familia-escuela.

Los padres son sin duda arquitectos de sus hijos, de alguna manera los proyectan y planifican para que la vida, dura ingeniera, los asiente, los realice, los aterrice, en sus circunstancialidades.

Más, como también son autoridad, de hecho, el primer modelo de esta que un niño tiene, los padres han de ser jueces de sus hijos: ni defensores ni verdugos, ni fiscales ni alguaciles, pero sí sobrios y probos magistrados que guíen a sus hijos develándoles el bien y el mal, lo correcto o incorrecto, enseñándoles a asumir siempre su responsabilidad de los actos o ideas que lanzan al mundo, construyen o proponen.

Los padres no deben renunciar a su condición de primeros maestros formadores, constructores y jueces de sus hijos, solo así serán escuela doméstica.

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