Desaliento

Cuando el más pequeño llamado de atención a un alumno culmina con un airado e irreverente reclamo de sus padres, cuando la aplicación de una sanción reglamentaria, ya sea institucional o nacional, es apelada a través de carta de abogado como si se tratase de un juicio formal; cuando una disposición o castigo resulta ser rechazada por ofendidos e iracundos padres, cuando una nota de examen pretende ser regateada con juegos conceptuales, conviene advertir a la comunidad en que vivimos que estamos jugando con fuego, pues puede correr el desaliento en el educador aunque éste se encuentre en el sector privado. Y es que, lamentablemente, en la educación particular, cada vez comienza a escucharse más y con mayor frecuencia aquello de “para eso yo pago” o pero aun “para eso paga mi papá”, como si el hecho de cancelar matricula y pensiones fuese patente de corso para la indisciplina, la irreverencia, la altanería y el maltrato con que muchos alumnos fustigan y castigan a sus profesores. Los padres de hoy deben recapacitar, deben comprender que su primera función es la de formadores, pues amor que no forma, daña, delinque, destruye las vías por donde ha de caminar una persona que debe estructurarse, que debe crecer sobre sí misma, tomando de aquí y de allí modelos y ejemplos, conceptos y maneras, capacidad de análisis y buen comportamiento para realmente alcanzar su condición de ser humano formado. Dejando hacer y dejando pasar, minimizando faltas, justificándolo todo, no resulta ser la mejor vía para alcanzar hijos agradecidos y respetuosos, porque aunque nos parezca mentira, en esto de los afectos y emociones más se agradece a aquel que nos exige, que nos forja, que a aquel que lo consciente todo.  Los hijos reclaman padres presentes, acompañantes, capaces de amar escuchando, aconsejando, guiando. No necesitan defensores de oficio, para ello se bastan solos; requieren sí ejemplos que imitar, modelos que seguir. Muchos son los colegios privados cerrados o vendidos. Cuidado el desaliento nos deje sin la opción de escoger, sin educación particular de vocación. Dr. Abelardo García Calderón
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