Dos versiones, mismo alumno

Posiblemente los educadores de nuestra serranía y Oriente ya se habrán topado con esos casos que nosotros vivimos hacia algunos meses y que en apariencia nos hablaban de dos realidades distintas, que no se conjugaban, y que a todas luces se contraponían como resultados evaluatorios del aprendizaje de algunos estudiantes. Así, en el año 2020, cuando no hubo presencialidad y toda la tarea y el proceso, incluyendo la evaluación y resolución de tareas y trabajos se hacía en casa, nos entregaron en algunos casos, resultados aceptables en el rendimiento de algunos estudiantes. Pero, cosa misteriosa, llegados esos alumnos a las aulas en el 2021, y a un año lectivo superior, los educadores descubrían resultados diferentes, cosas que no encajaban ni se compadecían con la realidad: los alumnos que aparentemente habían aprendido, hoy demostraban no saber aquello. Y es que el asunto no resulta tan misterioso si lo observamos desde la óptica de padres latinos, que finalmente es lo que somos, es decir: “porque estoy cansado de supervisar” o “porque el niño se cansó”, “porque yo necesitaba el equipo” o “porque estaba apurado y necesitábamos salir de casa”, resultaba siempre más fácil contestar las preguntas por el niño y pasar nuestro conocimiento como si fuese de este, para que los profesores además pudieran otorgar una buena nota. La distorsión es fatal y ciertamente difícil de manejar, pues al ser la educación una estructura interconectada, en muchos casos no puede avanzarse en el proceso de enseñanza sin haber cubierto vacíos y falencias, duplicando así el trabajo profesoral, que necesita ajustar prerrequisitos para poder asentar conocimiento nuevo. La misión del padre en casa, junto o alrededor de su hijo, no es la de hacerle el trabajo académico sino la de supervisar que este se realice aunque el niño o el adolescente se equivoque y, corregirlo si está en sus manos o reportar al profesor la situación para que este actúe aplicando los debidos correctivos. Hacer la tarea por él no es conveniente, tanto por la distorsión académica que causa y por la irresponsabilidad que se siembra.   Dr. Abelardo García Calderón
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