Grato reencuentro

Recorrer una vez más los patios y pasillos escolares y sentirlos vibrantes, pletóricos de entusiasmo, cruzados de risas y expresiones festivas, sin duda nos asoma a mejores tiempos y a la recuperación de vivencias que estuvieron dormidas. Sentir el saludo cariñoso y expresivo de niños, cargado de emoción, de respeto y entusiasmo, vuelve a poner las cosas en su sitio justo y los puntos sobre las íes. Ya hacía falta la presencialidad, se la extrañaba, se la requería como necesaria para devolver la vida no solo a los locales escolares sino a las almas infantiles y a las de nuestros adolescentes, que adormitaban en ese submundo silente y solitario que generó la pandemia como ambiente y entorno de nuestros pequeños. Hoy la escuela huele a fiesta y, ciertamente esta se ha conseguido con poco; ha bastado el encuentro entre compañeros, el compartir espacios, el tener juegos colectivos, aprendizajes en equipo para que el ambiente todo se trastorne y trasforme. El silencio casi sepulcral de los últimos dos años ha dado paso a la presencia radiante de la risa juvenil, al relámpago del festejo alegre, a la chispa imaginativa que genera un gracioso comentario o una acotación feliz aunque no siempre casual. Las aulas llenas de entusiasmo transpiran vida, generan propias energías y contagian a todos para expresar un himno generoso a la vida que nos ha permitido volver a reencontrarnos. Discípulos-compañeros, profesores y alumnos, padres e instituciones, vuelven a convivir, vuelven a compartir y a redescubrir vivencias algo aletargadas sino dormidas u olvidadas, y se vuelve imprescindible recodar aquellos viejos hábitos de puntualidad, aseo, cortesía, comportamiento e imagen personal, que se guardaron por un tiempo en esa alacena del descuido y de la confianza intrafamiliar. Se vuelve a retomar viejas costumbres, horarios, las colas vehiculares a las puertas de los colegios, las reglas y normas institucionales que el olvido no ha desgastado ni logrado cambiar. En fin, se ha vuelto a la normalidad, pero el reencuentro ha sido feliz y en todas las edades se nota.   Dr. Abelardo García Calderón
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