Hacer civilidad

Hoy, cuando nos acercamos a la fecha recordatoria del Primer Grito de Independencia en nuestro país, creemos importante expresar la necesidad de generar una educación nacional construida sobre las bases del civismo, la moral y la ética. Los hechos que cada día nos conmueven reclaman ser atendidos desde su raíz, desde el fondo de sus causas, entre las que sin duda bien puede ubicarse a la ausencia de valores y principios en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La vertiente formadora de la educación no puede estar ausente y ajena del crecimiento del niño y el adolescente, y como bien se dijo, es trabajando en ellos, de la mejor manera posible, como se podrán evitar gastos posteriores en represión y sanción. El amor a los símbolos patrios, el reconocimiento de una identidad nacional, la identificación con un terruño, debe aparecer e irse fortaleciendo a medida que el estudiante avance en su proceso de aprendizaje. El amor a la patria, el respeto y consideración de sus héroes y ameritados ciudadanos de todos los tiempos han de sembrarse en el corazón infantil para que luego o más tarde, la inteligencia sea capaz de racionalizar los sentimientos y emociones del patriotismo. La educación pues, en su currículo, en su programación, debe contemplar la siembra y cultivo de estos sentimientos que van ayudando a construir esa conciencia cívica que tanto necesitamos. La ciudadanía es respeto y reconocimiento del otro, es pertenencia e identidad. Es, aunque suene utópico y en desuso, amor a la nación de la que se es parte. Resulta importante por lo tanto generar una revisión de los programas de estudio a trabajarse en escuelas básicas y bachilleratos, para que la ecuatorianidad salga favorecida y se fortalezca, claros de que ha de sumarse sentimientos y emociones, y el aterrizaje racional de estos en actitudes y comportamientos que hablen del ciudadano pleno y cabal. Que el recuerdo del 10 de agosto nos haga enderezar pasos para corregir falencias y emendar errores, y que el civismo vuelva a tomar parte activa en la educación que reciben los niños y jóvenes ecuatorianos.   Dr. Abelardo García Calderón
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