La paz

“Y si nuevas cadenas prepara, la injusticia de bárbara suerte ¡gran Pichincha! prevén tú la muerte, de la Patria y sus hijos al fin; hunde al punto en tus hondas entrañas cuanto existe en tu tierra: el tirano huelle solo cenizas y en vano busque rastro de ser junto a ti”. (VI Estrofa, Himno Nacional del Ecuador)

Si Mera antes que una invocación hubiese hecho una profecía, este tiempo que vivimos sería buen momento para su realización.

Pues sí, la patria llora y se conmueve, pero no solo por uno sino por tantos y tantos hechos de violencia que la desgarran y enlutan, por tantos crímenes sin respuesta generados por una absurda y loca violencia que nadie encuentra cómo parar.

Pero no son solo los tiempos, es que son los hombres mismos los que por negativas influencias han cambiado.

¿Nos extraña la violencia? ¿Y como ésta no va a existir, en una sociedad cada vez más agresiva e indolente?.

Duros los consejos de “pegar primero” y “no te dejes”, que los padres de hoy dan a sus hijos, esos mismos padres que en manos de estos ponen juguetes con juegos macabros, en los que matar y destruir, conquista premios y aplausos.

La violencia la sembramos como triste semilla en la mente de niños y jóvenes sin caer en cuenta lo que realizamos.

Añoramos la paz, la reclamamos y decimos buscarla pero la vemos allá, lejos como lucero en el cielo, como objeto en vitrina, como trofeo al final de la maratón, y no nos damos cuenta de que la paz no resulta ser una meta a la que llegar, sino una elaboración espiritual que construir.

¿Queremos paz? Construyamos niños y jóvenes de paz, seamos ejemplo de paz, generemos escenarios de paz.

La violencia se siembra desde que permitimos sin corrección el manazo del niño al rostro materno; cuando para corregir insultamos a los propios hijos con el lenguaje más procaz; cuando asesinamos con la mirada menospreciante al prójimo. Cuando los esposos se maltratan a viva voz o a golpes, irrespetando el auditorio familiar; cuando somos prepotentes, ofensivos y altaneros, etc., por todo eso ¡nos dueles, país! y reclamamos un cambio al formar niños y adolescentes.

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