La verdad

Otro ámbito que bien puede ser explorado por padres e hijos en estos tiempos de pandemia y demás estrecha convivencia es el de la verdad. En efecto, la veracidad se va perdiendo, se va relativizando y niños y jóvenes van creciendo confundidos y sin un norte claro. La verdad se define como “la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente” o “la conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa”, y así parecería que no hay lugar a confusión alguna, sin embargo de lo cual, las posturas engañosas que nos asaltan en el siglo XXI quieren trastocar. Los niños de hoy si mienten, y lo hacen porque ven y oyen mentir en las películas, en las series, en los juegos… Y en la vida real muchas veces la mentira les ronda y acompaña. En ocasiones somos los mismos adultos los que les inducimos a la mentira: “dile que no estoy”, “dile que estoy dormido”, en fin; ellos repiten las mentiras que nosotros elaboramos y sacan lecciones que en el algún momento van a aplicar. Por eso es importante trabajar con ellos para dejar las cosas claras y establecer que la verdad debe siempre estar presente aunque en algún momento los deje en evidencia. Buscar la verdad, decir la verdad, debe quedar claro como un mérito, como algo plausible y ejemplar, y es eso es lo que debemos explicarles a niños y jóvenes, haciéndoles comprender que la verdad es solo una, que no hay dos ni tres, que es única y que siempre será la correspondencia de lo pensado y la esencia de algo. Anécdotas, fábulas, parábolas, cuentos, pueden servirnos para reforzar nuestras explicaciones y para que ellos sientan y vean que hay mucho que se ha escrito en beneficio de la verdad y que por tanto no les estamos pidiendo un acto extraordinario sino un comportamiento conforme a los valores y principios en los que han ido creciendo. Decir la verdad habla de tener honor, palabra, y nos convierte en personas a las que se les puede creer lo que dice y afirma. Trabajemos pues con hijos y alumnos para fortalecer en ellos la búsqueda de la veracidad y que no sientan miedo de expresar la verdad.   Dr. Abelardo García Calderón
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