Los bachilleres de la presencialidad

Así es, aunque en efecto el año pasado sí tuvimos algún tipo de ceremonial por los grados, no es menos cierto que esta promoción resulta ser la primera en graduarse con presencialidad plena, sin alternancias, con concurrencia permanente a las aulas.

Los jóvenes de esta promoción resultan ser los primeros en recibirse después del tiempo pandémico.

Pero claro, como lo hemos dicho también, no son producto de un volver a la regularidad como en algún momento quisimos creer, sino el fruto de una realidad y normalidad distinta, diferente, que habla mucho del encierro al que estuvieron sometidos, del poco aprendizaje que pudieron ejercer, pues no todos tienen las capacidades y potencial para concentrarse en la teleeducación ni tampoco el nivel de concentración o voluntad para permanecer frente a la pedagógica pantalla.

Estos jóvenes van marcados por diferentes signos, muchos por el dolor y la perdida, otros por los descubrimientos intrafamiliares que realizaron, algunos por la soledad y la desesperanza, otros por el egoísmo y egocentrismo que tuvieron que desarrollar en el mundo del aprendizaje virtual.

El esfuerzo y el trabajo ha sido duro: para retomar senderos, para rescatar  la fe y confianza en sí mismos que muchos perdieron, para reencontrarlos con el estudio del texto y la investigación, para redescubrirles la honestidad académica, los valores y principios. 

La universidad tendrá un reto muy grande para lidiar con estos jóvenes, pues a diferencia de las promociones anteriores a lo del covid, muchos aún no saben qué hacer en su futuro ni qué profesión con claridad desean elegir. Sin duda, además, les falta aula, contacto con el otro, hábitos y entereza.

Del manejo corporal y su fisiología, acaso ya recuperaron el 100%, de su potencial académico en el mejor de los casos han logrado acceder a un 75% u 80%, en sus aspectos emocionales psicológicos y volitivos están lamentablemente mucho más atrasados. Hay que darles apoyo, consejería y devolverles la autoestima y la fe en sí mismos.

 Este nuevo bachiller tiene que ser fortalecido anímicamente.

Dr. Abelardo García Calderón

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