Maestro

“No llamen a nadie maestro”, así se nos dijo; y es que la palabra es grande, es enorme y acaso fue hecha exclusivamente, como él mismo lo dijo, para designar a aquel que vino a redimirnos, a enseñarnos, a formamos. Ciertamente el concepto lo define y lo presenta como a nadie, por ello, en estos días  santos vale la pena recordarlo. Jesús fue maestro porque instruyó en la doctrina y en la fe y porque cinceló el espíritu de aquellos que lo escucharon, dejándose formar por él. Pedagogo y gran formador resultó ser el esperado Mesías. Manejó como pocos el lenguaje y en palabras sencillas supo expresar y condensar grandes y profundos mensajes; con parábolas simples se encargó de construir imágenes capaces de dar luz en las tinieblas más oscuras. Claro, directo, didáctico, supo construir escenas que propiciaban ya solo por sí lecciones profundas de vida. En su mensaje fue frontal, para decirnos, como en la parábola de los talentos, que el esfuerzo del hombre, su capacidad resolutoria y su deber de construir y construirse deben estar siempre presentes; que las metas no se consiguen sin trabajo y entrega, y que la búsqueda del bien y del amor al prójimo, como en la parábola del buen samaritano, deben ser permanentes. Colegas educadores, tenemos un modelo que imitar, un ejemplo que alcanzar, tanto en la humildad del que enseña como en la sencillez del que forma. Que el conocimiento y el manejo de la ciencia no nos pierdan de la verdadera senda ni nos hagan sentir geniales o repartidores de dadivas científicas y limosnas académicas. El verdadero educador es el que se deja humilde en sus alumnos, el que se entrega y resigna en ellos para así poder transcender verdaderamente. Con impresionante didáctica, dialogó, conversó con muchos y reveló verdades eternas. La intención de alcanzarlo como modelo a replicar acaso resulte utópica, pero si la tenemos permanentemente como objetivo sin duda hará que cada día y cada momento estemos sin cesar avanzando hacia ello. Seamos mejores educadores cada día para así alcanzar el reflejo del verdadero maestro.   Dr. Abelardo García Calderón
Sin Comentarios

Publicar un Comentario