Penoso lenguaje

El convertir un acto correctivo-disciplinario en una instancia judicializada, ha llevado sin duda al Ministerio de educación a utilizar desafortunadas palabras que equivocan el fin último que busca, el llamado de atención como el rol y las relaciones entre educadores, padres de familia y alumnos.

Cuando se habla de procesos disciplinarios en el Reglamento General de la Ley, se dice en el Art. 364 en relación a las partes intervinientes: “El estudiante a través de su representante legal, quien defenderá sus derechos e intereses”. Y, en el 369 se agrega: “… el estudiante, a través de su representante legal y en ejercicio de su legítimo derecho a la defensa…”. Como puede verse, las expresiones llevan a la confrontación entre educadores y padres, convirtiendo a los primeros o a la institución, en verdugos vulnerantes de derechos y al padre en un defensor a ultranza de los actos del hijo.

Se olvida el Ministerio que padres y educadores buscan el mismo objetivo: formar, educar, construir y morigerar una personalidad para constituir una buena persona. No son dos bandos en el que uno acusa y el otro defiende, son dos socios en la conquista del proceso formativo de un ser humano.

Corregir, formar, amonestar, no es como se manifiesta: ir contra el alumno; más bien, es trabajar en beneficio y favor de este para que crezca como buena persona.

Los correctivos disciplinarios buscan para el estudiante el bien, aunque en ocasiones por no dejarles hacer y decir lo que les plazca, luzcan para ellos que están en su contra.

La norma disciplinaria, el reprender a un estudiante, el disponer un castigo o una sanción, no busca dañarlo, cuanto superar errores y corregir comportamientos. Por ello ha de hacerse ágil, para que surta efecto, sin disolverse en protocolos que anestesian la culpa y ejecutarse por el que ve, sin perderse en escalones burocráticos que cuando deciden, incluso, quitan sentido a la sanción impuesta, pues la demora hace correr el riesgo de que ni el alumno sepa por qué se la aplican.

Se corrige porque se ama, pues amor que no forma no es amor.

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