¿Por qué la sorpresa?

Ante ciertas circunstancias parecería ser que los ecuatorianos resultamos o muy ingenuos o poco analíticos y, ciertamente, en ambos casos, la conclusión nos perjudica, pues sorprendernos por cosas que resultan evidentes por los caldos de cultivo previos no nos deja como muy rápidos mentalmente. ¿Por qué se dieron los actos de octubre en Quito y el país?. ¿Acaso no son doce  los años  de sembrar a través del currículo y el discurso áulico, resentimientos de clases, odio al rico, irrespeto a la autoridad y oposición a todo aquello que resulte norma?.  ¿Acaso no habido un trabajo sostenido y sistemático en la mente de niños y adolescentes avivando resentimientos  y exacerbando menosprecios?. Era obvio que algo así se había sembrado y se estaba cultivando, hasta que por fin explotó. Mirando allende las fronteras de la patria encontramos también similares actitudes desde Francia,  España, pasando casi por toda América Latina; y esto que no nos sirva de consuelo de tontos al ser mal de muchos, pues  refleja otra triste realidad en la que debemos todos poner mucha atención y corregir rumbos si no queremos caminar hacia verdaderos despeñaderos. Ya son al menos 25 años de hablarles también a niños y jóvenes solo de sus derechos, empoderándolos en ellos y prácticamente ocultándoles sus deberes, obligaciones y responsabilidades, convirtiéndoles en principitos absolutos merecedores de toda canonjía y halago. Las responsabilidades son insulsas e innecesarias, los compromisos son opciones, las metas imposiciones, los logros deméritos. El estudiante exitoso es un bicho raro, el que pasa copiando un inteligente emprendedor, el mal educado un campeón. Educar sin equilibrio, formar sin equidad es un alto riesgo cuya cosecha se paga cara. No pedimos desconocer los derechos de los niños y adolescentes, pero es evidente que están faltando límites, normas, conceptos ciudadanos, que no son requerimientos vetustos sino básicos y elementales para vivir en sociedad. Eduquemos formando, eduquemos en ciudadanía, patriotismo y respeto a los demás y a lo que nos es común. No hay sorpresa.                    Dr. Abelardo García Calderón
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