Profesión de riesgo

En esos tiempos, cuando comenzaba a perfilarse la vocación de educador, tiñéndose de sueños e ideales, y más tarde, estando ya en la carrera universitaria, o incluso cuando comenzábamos a ejercer la cátedra, nunca imaginamos que llegaríamos a escribir esta nota, con la que subrayamos lo complejo y duro que se ha vuelto la docencia, al punto que ser profesor resulta ya un alto riesgo. Cuando se golpea a profesores entre nosotros, cuando desde el país Vasco- Francés, nos llegan noticias de que un estudiante apuñaló de gravedad a su profesora; cuando en una escuela de Florida, EE.UU., una maestra es golpeada, tirada al piso, arrastrada y sucesivamente pateada por  llamar la atención a su alumno y retirarle del videojuego. Cuando desde Ciudad Real, España, se informa que dos alumnos y el padre de estos dieron una paliza a un profesor, tenemos no solo que alarmarnos sino alertarnos y prepararnos en acciones de prevención. Ya la docencia no es una profesión añorada para permitir que la violencia ahuyente y mate vocaciones profesionales, complicando el futuro de quienes necesitan educarse. Es verdad que siempre ha habido entre nosotros alumnos castigadores de sus profesores: se bajaban llantas de vehículos parqueados a las puertas de los colegios o se rayaba capós, o se gritaba palabras ofensivas; obviamente esto nunca estuvo bien, pero hoy la violencia ha llegado a situaciones realmente intolerables y graves. El haber dejado a los profesores sin autoridad frente al estudiantado, el haber restado posibilidad de sanciones efectivas y libres de tanto trámites y recursos que dilatan y hacer inservible la sanción, nos ha llevado en este mundo de supuestos “derechos” a vivir situaciones de verdadero peligro en las instituciones educativas. El niño o el adolescente al no sentir respeto ni por el mayor ni por el superior, al no estar formado en claros y definidos valores, al haber sido permitido en todo hasta llegar a la prepotencia, cree estar sobre el bien y sobre el mal e irrumpe por la vida llevándose por delante cuanto tenga. Por ello, debemos actuar, y actuar ¡ya!.
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