16 May Tiempo de clases
Aunque nos parezca mentira, instalados como estamos en el siglo XXI, parecería que hay padres que aún no logran dimensionar qué hace la educación en sus hijos y para qué estos han de ir a la escuela. Decimos esto porque no son escasos los pedidos de que no se vuelva a clases aún, de postergar el año lectivo e incluso el de no enviar para nada a los niños al estudio durante este año.
Parecería ser que muchos padres piensan simplemente que la escuela es ese sitio donde se depositan los hijos mientras ellos trabajan o hacen sus cosas, sabiendo que estarán supervisados cuidados y protegidos. La escuela es bastante más que eso, es el sitio en que concurren los alumnos para que sea estimulada y trabajada su inteligencia, para aprender a generar y crear pensamiento y no solo para guardar uno que otro conocimiento y repetir como parlanchín los contenidos.
No podemos coincidir aún con alguno que otro colega, que incluso llegan a decir, que nada se perdería que los niños y jóvenes no concurran un año a clases, nosotros coincidimos más con la línea de la UNESCO y la UNICEF que claramente advierten de la necesidad de mantener trabajando a la inteligencia infantil y adolescente dentro de un marco sistematizado, organizado y concreto de conocimientos, que aporten elementos suficientes y necesarios para que la inteligencia crezca, se desarrolle y llegue a ser observadora, analítica, critica y creativa.
Las curvas de olvido, la posibilidad de desconexiones neurológicas (sinapsis), están siempre presentes y por ello, es importante que el niño y adolescente no pierdan el ritmo, no se alejen demasiado de rutinas que les lleven a tener una inteligencia activa y capaz de aprender.
El quedarse en el ocio permanentemente, sin ningún tipo de orden ni organización, es de riesgo para la inteligencia, peor en el caso de nuestros niños y jóvenes que dependen mucho de juegos tecnológicos que amarran su tiempo y los sedentarizan.
Volvamos a clases, cuanto antes mejor, pues siempre es preferible hacer algo que no hacer nada.
Dr. Abelardo García Calderón
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