22 Abr El fracaso como lección
Tanto nos hemos esforzado en la sociedad actual por minimizar o ignorar los errores y faltas de nuestros hijos, que estamos enfrentando la existencia de generaciones que no saben distinguir el fracaso: su fracaso personal, el fracaso individual.
El minimizar los errores, las fallas y faltas de niños y jóvenes, el dejarlos pasar sin recriminarlos, haciéndonos de la vista gorda o hasta aceptarlos con cómplice desidia, nos entrega un ser humano diferente.
Refugiándose en lugares comunes como: “si otros también lo hacen”, “si al otro también le pasó”, “pobrecito, es pequeño ya aprenderá” o incluso, cayendo en la incapacidad de asumir la responsabilidad buscando a quién dirigir la culpa de lo realizado; las generaciones actuales se debaten entre el error irresponsable y la ninguna culpa de causarlo.
El niño, el joven, tienen que aprender del error, del fracaso. Necesitan la tenacidad de aquel que vuelve sobre sus pasos para repetir lo hecho sin falta alguna, pero para ello, es importante que aprendan y reconozcan que se equivocaron, que no lo hicieron bien, que fallaron, que fracasaron. Los genios científicos, los grandes artistas, los literatos, reconocen que su obra depende de un 1% de inspiración y 99% de transpiración, de empuje y de coraje, de luchar entre el error y el acierto hasta encontrar la verdad o el triunfo.
No es suavizando la culpa ni ocultando el yerro o el daño como mejor se forja o se templa un carácter, una personalidad. Trabajemos pues en nuestros hijos y alumnos para que sean capaces de observar, analizar y evaluarse a sí mismos, a fin de buscar el mejor desarrollo de sus ideas y los logros en su vida.
Dejémosles equivocarse, hagámosles caer en cuenta de sus errores, sus fallas, sus fracasos; enseñémosles a sobreponerse, a corregirse y a impulsarse sin desesperación y ansiedades.
Llevémosles por el camino de los correctivos para que sean claros constructores del futuro que ya está sembrado y germinando en ellos.
El fracaso es mejor maestro que el triunfo.
Dr. Abelardo García Calderón
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