UN CAMBIO NECESARIO

Sí, hoy queremos hacer una sugerencia que consideramos válida y pragmática y que tiene que ver más bien con la estructura de los niveles académicos de nuestro sistema educativo. Hace ya muchos años se cambió a una educación básica de 10 periodos lectivos y un bachillerato de 3; se lo introdujo como gran novedad y con mucha expectativa. En la práctica, en la trinchera del día a día, aquel reordenamiento no funcionó, de hecho, muchos países volvieron a los 6 años primarios y 6 del bachillerato, y otros procuraron para sí diferentes innovaciones. Nosotros en cambio, más papistas que el Papa, nos hemos mantenido en el modelo, y ciertamente pensamos, es hora de cambiarlo, sobre todo por el encuentro de edades tan complejas en esos 10 años de formación. Juntar preadolescentes con niños mayores es asumir riesgos que bien pudieran evitarse y mantenerse alejados de los primeros años de educación primaria. Hablamos de la educación en general, no desde la burbuja de un establecimiento particular que puede mantener con verificación y controles espacios diferenciados, cuadros directivos a cargo de una supervisión estrecha y cercana; hablamos pues, de un modelo educativo que puede y de hecho, es vulnerado para perjuicio de los estudiantes que en él se forman. Las adicciones de distinta índole, los riesgos de sexualidad temprana,  el acoso y el maltrato de mayores para con menores, se puede presentar como un riesgo latente que bien podríamos evitar tan solo con separar edades complejas y mantener en lo posible al niño como niño; es un logro a buscar y alcanzar. Los espacios educativos deben brindar garantía y tranquilidad al niño, a los jóvenes, a las familias, en fin, a la comunidad educativa toda. Obviamente que siempre hay peligro aun entre pares de las mismas edades, pero este no es tanto como cuando se fusionan intereses tan diversos como los que existen entre la niñez y la preadolescencia. Ojalá que el Ministerio pueda hacer algo en este sentido, es importante procurar la seguridad  y la inocencia de los menores.   Dr. Abelardo García Calderón
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